el eco de las dudas de belén

Belén, compañera de la comisión del turno vespetino, me mandó un mail que dice:

Tenía ganas de subir un fragmento de un texto de Umberto Eco que me pareció interesante porque vino a resolverme (aunque a veces creo que sólo terminó de confundrime) una duda enorme que tenía acerca de la lectura y los límites de las interpretaciones que se le pueden dar, que se me planteó leyendo el primer módulo de la materia. Duda resuelta o no, el texto me parece muy bueno así que quise enviarlo al blog.

Copio acá el fragmento que mandó:

“Resulta indiscutible que los seres humanos piensan (también) en términos de identidad y semejanza; pero también es cierto que, en la vida cotidiana, sabemos generalmente cómo distinguir entre las semejanzas relevantes y significativas por un lado y las semejanzas fortuitas por otro (…) Actuamos así porque cada uno de nosotros ha introyectado un principio indiscutible, a saber, que, desde cierto punto de vista, cualquier cosa tiene relaciones de analogía, contigüidad y semejanza con todo lo demás. Podríamos llevar este hecho hasta el límite y afirmar que existe una relación entre el adverbio “mientras” y el nombre “cocodrilo” porque –como mínimo- ambos aparecen en la frase que acabo de decir. Pero la diferencia entre la interpretación sana y la interpretación paranoica radica en reconocer que esta relación es mínima y no, al revés, deducir de este mínimo lo máximo posible. El paranoico no es la persona que observa que “mientras” y “cocodrilo” aparecen curiosamente en el mismo contexto, el paranoico es la persona que empieza a preguntarse por los misteriosos motivos que me han inducido a juntar precisamente esas dos palabras. El paranoico ve bajo mi ejemplo un secreto, al cual aludo”

ECO, Humberto, “La sobreinterpretación de los textos”, en Interpretación y sobreinterpretación, Cambridge University Press, 1992 (traducción española, 1995).

7 comentarios:

SilviaS. dijo...

1.- Me pregunto si esa paranoia no es una enorme curiosidad por las personas y sus motivos... ¿no sería, esa lectura paranoica, un modo de preguntarse: "por qué X escribió esto"?
Digo esto porque me anda gustando no despreciar las curiosidades por los autores y su relación con los textos que escribieron... Me parece una pregunta por la escritura. Claro que responder ya no es leer el texto sino más que eso. Más y otra cosa.

2.- ¿Desconfiamos de la "sanidad" de l@s lector@s? ¿Qué lecturas paranoicas se nos ocurren? ¿Quién y por qué, desde dónde , las hizo?
Me quedo pensando. Cuando se me ocurra, contesto. Pero espero sus respuestas y otros comentarios, claro.

3.- Pregunta desconfiada: ¿enseñar a leer literatura supone algún tipo de "normalización" de lo "anormal"? (Perdón: pero la pregunta se me ocurre por asociación con esa categorización "sano"/ "paranoico"...)

4 y última.- ¿Hice una lectura paranoica del texto de Eco?

B3L3NI@ dijo...

Antes que nada una aclaración ortográfica: la H no pertenece al nombre del autor, es sólo una de las libertades que suele tomarse el programa Word.
Ahora sí, al comentario de Silvia.
Me hace bastante ruido esa sugerencia que se planteaba en el módulo uno, desde varios de los autores, de que toda interpretación de un texto es posible. Cuando leía el texto de Eco, y los textos del módulo uno, no podía evitar recordar un capítulo de los Simpsons:

Un grupo de sectarios (Los Movimentarios) pretendía reclutar, entre otros, a Homero.
Para ello les pasaban una película en la cual se les prometía que un tal Líder iba a construir una nave intergaláctica para llevarlos al planeta Felicidonia. Al finalizar la película Homero preguntaba a los coordinadores del grupo:
-Yo no entendí bien la película: ¿los policías sabían que asuntos internos les tendía una trampa?
A lo que le respondieron:
- ¿De qué está hablando? No hay nada de eso en la película.
Y Homero explicaba:
- Es que cuando me aburro, invento otra película. Tengo muy poca concentración. Un pajatitooo!!!

Este es un ejemplo más que burdo, demás está decirlo. Pero eso es justamente lo que yo pensaba: ¿es posible cualquier interpretación de un texto? Personalmente, creo que no. Más exactamente: yo puedo leer lo que quiero en un texto, lo que cabe preguntarse es la pertinencia de esa lectura. Para graficarlo un poco mejor recurro una vez más al texto de Eco. Él hacía referencia a una lectura que había hecho un crítico de la poesía de Leopardi, puntualmente de un poema llamado “Silvia”. El crítico afirmaba que este nombre estaba presente en todas las líneas del poema, y buscó en ellas todos los anagramas posibles del nombre de la amada del poeta. Lo cierto es que el único anagrama exacto que el poema tenía era el “salivi” (en italiano, “ascendías”) de la última palabra, luego el autor buscó pseudoanagramas de Silvia uniendo letras de diferentes palabras en cada verso, que, a menudo, no completaban totalmente las seis letras del nombre. Y ahora (para no recordar a quienes hayan cursado Latín II el año pasado a la noche cierto resumen de Tito Livio que se caracterizaba por ser más extenso que el propio texto) transcribo otro fragmento del texto de Eco:

“Es posible que el autor liminar estuviera obsesionado por el dulce sonido del nombre de su amada. Es razonable que el lector tenga el derecho de disfrutar de todos estos efectos de eco que le proporciona el texto qua texto. Pero en este punto el acto de lectura se convierte en una zona pantanosa en que interpretación y uso se funden inextricablemente. El criterio de economía se vuelve bastante débil. Creo que, más allá de sus intenciones empíricas, un poeta puede obsesionarse con un nombre y para explorar esta posibilidad acudí a Tetrarca quien, como es universalmente sabido, estaba enamorado de una dama llamada Laura. Ni que decir tiene que encontré muchos pseudoanagramas de Laura en sus poemas. Pero, como también soy un semiótico muy escéptico, hice una cosa muy reprensible. Busqué Silvia en Petrarca y Laura en Leopardo. Y obtuve algunos resultados muy interesantes, aunque, lo admito, cuantitativamente menos convincentes.
Creo que “Silvia” como poema está jugando con esas letras de modo irrefutable, pero también sé que el alfabeto italiano sólo tiene veintiuna letras y que hay muchas posibilidades y que hay muchas posibilidades de encontrar pseudoanagramas de Silvia incluso en la Constitución italiana.”
Es a esto a lo que me refiero. Las interpretaciones tienen, para mí (dativo iudicantis), un límite, y ese límite es la pertinencia, que se establece a partir del texto y, en cierta medida, del contexto (del autor). No me parece que cualquier interpretación del texto sea posible, y no estoy diciendo que existe un criterio para establecer (a)normalidades de lectura: del texto (de aquello que está en presencia, o mejor, in praesentia) pueden extraerse análisis que encuentran su fundamento en el texto mismo y que resultan lo suficientemente interesantes, como para necesitar agregarles nuestras propias expectativas. La lectura desde el lugar propio es posible, eso no lo niego, pero, insisto, se me plantea la pregunta por la pertinencia de esa lectura. Y yo creo que, en el contexto de una clase de literatura, no es procedente abrir ese tipo de interpretaciones. Poder ofrecer a un alumno la capacidad de distinguir entre lecturas (no) pertinentes, o (a)normales, o sanas/ paranoicas, es ayudarlo a crear una competencia, y no reprimirlo, en el sentido que la oposición normalidad/ anormalidad sugiere. Claro está que la diferencia con el discurso médico- psiquiátrico al cual hace referencia Foucault (y que me sugiere la distinción entre normalidad y anormalidad de lecturas a las que hacías referencia, Silvia) estará dada por la fundamentación que se le ofrezca al alumno.
No sé, esta es sólo mi opinión. Tal vez sólo sea la perspectiva cerrada de alguien que prefiere cursar los viernes “porque sólo hay gramática y latín, nada de boludeces” (sic, de algo que dije hace poco), y por supuesto es totalmente cuestionable (aunque si se pueden ahorrar las injurias, mejor).

B3L3NI@ dijo...

Aclaración: "Petrarca", no "Tetrarca" (no es alguien que guste del vino en cartón!!!!)

SilviaS. dijo...

Gracias, Belén, por el comentario.
Ante todo, de ningún modo tu pregunta ni tus comentarios son propios de alguien "cerrado"; al contrario, son las preguntas pertinentes de quienes enseñamos a leer, preguntas que nos hacemos permanentemente y que es bueno no terminar de cerrar.
Por lo tanto, si algo de lo que escribí se entendió como una confrontación a tu aporte del texto de Eco, retiro aquello que haya sonado así.
Me interesan mucho los dos casos de lectura paranoica que trajiste, porque en el caso de los Simpson, sucede que Homero sencillamente piensa en otra cosa mientrs mira la película y, en el caso del crítico, la pertinencia atañía a su propio interés y a un campo (la crítica) que avaló esa pertinencia que, justamente, Eco cuestiona.
Y ahí está el meollo que a mí me interesa compartir en el contexto de nuestra materia: cómo validamos la pertinencia de las lecturas, desde qué posición como lectores. En una palabra, me parece interesante que podamos encontrarnos con las lecturas reales de los lectores y ver, efectivamente, qué y cómo van leyendo. Por ejemplo, qué pensamos y qué hacemos cuando, al leer un cuento fantástico, la primera propuesta de lectura que boceta un/a alumno/a es una explicación psicológica del accionar del personaje. ¿Qué de esa lectura está en el texto? ¿De qué géneros proviene esa lectura realista? (Me parece interesante, para pensar eso, por ejemplo, el texto de Bruner.)
En este momento de la cursada, pretendo que tratemos de ver cómo leen los lectores. De hecho, es interesante pensar: ¿se PUEDE leer cualquier cosa en un texto? Hay dos intenciones en ese "se puede": ¿puedo yo como docente dejar que cualquier interpretación circule? Y, la otra: ¿es posible que un/a lector/a lea lea CUALQUIER cosa? En el sentido de: ¿hay posibilidades de que esto suceda? A priori, invito a pensar que no, sobre todo, para que tratemos de ver de dónde vienen esas lecturas desconcertantes; por ejemplo, de la representación acerca de qué es un cuento, un cuento realista, un cuento que se lee en la escuela, etc. que tenga el/la alumno/a. (En relación con esto es que pienso en Bruner cuando cuenta de aquel ingeniero que leía en Hamlet algo así como las desventuras de un chapucero.)

Por supuesto, en el aula, tratar de entender qué hace que cada lector/a diga "x" y luego "H" en el trabajo de ir armando una interpretación no significa dejar de prestar lecturas propias, o no dar marcos que amplíen lo que cada lector lee en soledad, o no confrontar esos abordajes con otros que los contradigan incluso... Significa poner en diálogo nuestras lecturas -nuestros marcos de lectura- con los otros diversos que van apareciendo; hacernos tan especialistas en interpretar los textos como en interpretar los modos en que leen nuestros/as alumnos/as.
Creo que, en líneas generales, esto que escribí no contradice lo que sostenés, Belén.

B3L3NI@ dijo...

OK, tal vez sólo hice una lectura paranoica de tu comentario y de los textos del módulo.

Verónica Pena dijo...

Vine a conocer este intercambio y lo agradezco a ambas. Ideas, ¡nu-merar-sé!:

1) Me han hecho pensar en situaciones de clase numerosas y en respuestas de mis alumn@s a mi contenida/contenedora de mí pregunta "¿por qué decís eso?", suave dulce como si yo no fuera paranoica. En fin. Siempre agradecí haberla hecho.

2) Recordé que en algún lado (Silvia, vos me ayudarás) Barthes se refería al crítico como un lector necesariamente paranoico.

3) Intuyo/sugiero cierta diferencia de horizonte en el hablar de "interpretación" o de "lectura". La primera viene de una tradición que busca abarcar; la otra filtrarse, escurrir. No sé si estas metáforas sirven, quizás otro pueda intuirme/sugerirme.

4) Es fascinante la cantidad de cosas que se pueden dejar aprender en un aula en relación con unos textos literarios: a romperlos como una muñeca para ver de qué están hechos, a explicarlos y domeñarlos para defendernos de su miedo, a regodearse en volver a decirlos de una y otra manera como quien acaricia un gato y no quiere dejar de revolver los dedos entre sus pelos, a descubrirse a sí mismo desnudado por el texto que emociona, enoja, deslumbra, marea, el texto que nos comprende antes que nosotros a él, entre otras cosas, como las palabras que nos descalabran, las comas que no se resignan, las hambres que se deshilachan.

5) Vi una película que cada uno verá si se recomienda: xxy (he leído hace como un año una novela de Lucía Puenzo que no me deja: El niño pez, y encima el tema del Hermafrodita es mi caballito de batalla desde cierta clase para latín IV, hace tanto...) Allí un diálogo increíblemente deseado: ¿Qué sos?/ Las dos cosas./ Pero eso no puede ser. /¿Vos me vas a decir a mí qué no puedo ser?
Y recordarlo ahora... Las lecturas son (las intepretaciones se hacen). Así siempre hermafroditas y fértiles ambiguas. Como docente siempre me desafían. Porque no me dan a elegir. Me obligan a interpretarlas.

(Cada coma que no puse es culpa de Faulkner que estoy releyendo en mí.)

Victoria.- dijo...

Leo todo esto y no puedo evitar la cantidad de situaciones del aula que me vienen a la cabeza... Me interesa esta pregunta (me interesa todo, pero evidentemente esto resuena. Silvia dixit
3.- Pregunta desconfiada: ¿enseñar a leer literatura supone algún tipo de "normalización" de lo "anormal"? (Perdón: pero la pregunta se me ocurre por asociación con esa categorización "sano"/ "paranoico"...)
Hoy por ejemplo, creo que la clase fue totalmente "paranoica"... había/habíamos recortado un millar de palabras (en serio, soy la joven manos de tijera), las dispusimos en los bancos y ellas (las palabras, totalmente descontroladas) fueron hacia los alumnos, hacia sus hojas. Ahora dudo: creo que los paranoicos no somos los lectores. Son las palabras. Esto opera por contagio, me parece. Lo mismo sucede con los textos... creo que todas las interpretaciones de los textos son "posibles" en el sentido de que efectivamente ocurren y los alumnos/as las hacen con mucha seriedad, realmente convencidos de que son lecturas muy posibles y necesitan ser escuchados... Ahora bien, no sé si todas las lectuas son aceptables. Y lo aceptable o no...bueno, tiene que ver con algunas variables, como qué espero yo que logren con estas lectuas, cómo quiero que lean o sigan leyendo, qué me interesa rescatar de lo que efectivamente están leyendo...
Me parece más que interesante tu planteo, Belén, me hace pensar. Yo creo haber leído algo sobre Bathes sobre qué sucedería si uno sostuviera a la vez muchas interpretaciones juntas (eso ronda lo paranoico), lo que no quita que se puedan tener por separado. Presté al Barthes así que no puedo confirmar lo que estoy recordando. Otra cosa, a Vero, ya te voy a pasar un registro, sobre Córtázar en el que los chicos dicen que el narrador de Carta a una señorita... es hermafrodita! Me acordé de él por tu comentario.
Basta de lata!Ya seguiré escribiendo, espero no haber mandado cualquiera.
Vicky